"El teatro de Sebastián Kirszner marca un antes y un después en la dramaturgia judeo-argentina, en tanto aborda la temática judía en términos de la nueva generación, por medio de una postura irreverente y cuestionadora que busca correrse del lugar tradicional de la nostalgia hacia el pasado. Sus obras revitalizan la polémica y el debate en torno a lo judío, y brindan una respuesta a la pregunta sobre qué hacer con esa." Laura Ubfal

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Sebastián Kirszner: “Suele haber una tensión entre un pasado melancólico y un futuro que está todo el tiempo mirando hacia atrás.” Sebastián Kirszner lleva seis años al frente de su sala teatral, La Pausa, lugar en donde montó su primer unipersonal, La Shikse. Aquella obra se convirtió en un exponente del Nuevo Teatro Judío, e incluso aterrizó una temporada en la calle Corrientes de la mano de Carlos Rottemberg, en la sala más pequeña del Multiteatro. “Los estereotipos son una construcción cultural milenaria que tiene que ver con el judaísmo en relación a la sociedad laica y a las relaciones “Toda instalación de un estereotipo es una construcción cultural aceptada como válida y en tanto reproducida por la sociedad.” En relación a la plata, al comercio, a las ideas sobre el lugar de la madre (la idishe mame) sobreprotectora. Estos estereotipos se construyen desde afuera, supongo que tiene que ver con los roles que ocuparon ciertas personas judías dentro de la sociedad”, explica. Hoy estoy alejado del judaísmo desde lo religioso, pero hay algo que te atraviesa en el cuerpo y es muy diferente narrar la vivencia desde adentro que desde afuera. Lo que no vivis no lo podes contar, entonces si lo plasmás estás ubicado en una línea muy delgada”. También sostiene que construir una mirada desde el teatro, por más pequeña que sea, es construir una mirada sobre el mundo entero. ¿Puede hablarse de estereotipos a partir del teatro? ¿O de una fuerte impronta cultural y artística, originada en la importante inmigración de esta colectividad, al igual que en Nueva York? “Estudio los arquetipos del judaísmo desde el teatro, a través del teatro. Y responden siempre a patrones culturales que se dan en cualquier colectividad: vos vas a un pueblo del interior de la Argentina y seguramente tiene sus formas, podés identificar a gente de ese pueblo por sus ropas o por su habla. Es una construcción formal, y en el judaísmo se ve: si vas al judaísmo de Buenos Aires, ves la singularidad del judío porteño, que no es igual al judío de Israel o de Estados Unidos. Lo cultural teje una trama que tiene que ver con el colectivo”, respondió Kirszner. Con sus especificidades, al teatro que se mueve en la temática judía lo atraviesan sus propias problemáticas, que marcan una línea usada como plataforma de despegue para narrar conflictos más diversos. Kirszner encuentra algunos tópicos usuales que sirven como punto de partida, como organización. Estos son el lugar de la familia -sobre todo de la madre-, el lugar de la identidad, la pregunta por el ser. El dramaturgo reflexiona: “Siempre hay algo que atraviesa mis obras que tiene que ver con el distinto: ¿Qué pasa con esa persona que se cuestiona su profesión, su identidad sexual, o decide emprender una búsqueda personal? Esto se abre de lo esperado porque siempre hay un mandato muy fuerte, del deber ser, hay una mirada entre el adentro de la comunidad y la tensión con lo goy (aquellas personas que no forman parte del pueblo judío), lo que tiene que ver con la sociedad. Ahí todo el tiempo nace un conflicto, por ejemplo, la novia no judía del hijo. En mi caso decidí meterme con el tema de la shikse, que es la empleada doméstica y que también pertenece a otro mundo”. La amenaza suele estar acompañada de un conflicto, casi siempre, generacional: Kirszner encuentra una tensión recurrente entre un presente melancólico y un futuro que está todo el tiempo mirando hacia atrás. También hay un choque generacional: entran en tensión con una mirada cuestionadora. “Creo que las generaciones a medida que van pasando tienden a convivir cada vez más en una vida laica y eso hacia atrás genera un conflicto porque choca con lo tradicional”, agrega. 

Jóvenes periodistas. Teatro Cervantes. Por Milagros Carnevale y Gastón Cúneo